martes, 8 de marzo de 2011

Piero della Francesca, Frescos de San Francisco de Arezzo, 1460



Piero della Francesca (1420-1492), fue un pintor toscano influido por la obra de Masaccio, del que hereda su interés por la perspectiva y el color, por los volúmenes de las figuras y por el orden y la claridad de las composiciones. Como muestra de la importancia que para él tenía la perspectiva, escribió un tratado sobre el tema De Prospettiva Pingendi.

En la obra de este artista destaca de manera muy especial el conjunto de frescos con los que decoró la capilla mayor de la iglesia de San Francisco, en Arezzo, un completo ciclo en el que nos narra la historia de la Vera Cruz, en la que murió Cristo.
Según una leyenda medieval, el árbol del que fue hecha dicha cruz fue plantado en la tumba de Adán y, más tarde el rey Salomón empleó su madera en una construcción hasta que, andando el tiempo, el leño acabó sirviendo para crucificar a Jesús. Después de ello, la memoria de la cruz se perdió, hasta que en el siglo IV Santa Elena, la madre del emperador Constantino, se dirige a Tierra Santa y allí encuentra la cruz, de manera milagrosa. Comienza con ello una nueva tradición, la de los "Lignum crucis", fragmentos de la Vera Cruz, a los que aún hoy se rinde culto en muchas iglesias.

Esta historia le sirve a Piero para desarrollar todo un ciclo de frescos con un programa iconográfico que arranca con la muerte de Adán, continúa con la Anunciación, sigue con escenas de la vida de Constantino y concluye con el hallazgo de la Cruz. Una bonita historia, narrada de manera portentosa, con sentido del ritmo y con delicadeza absoluta.

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