miércoles, 30 de marzo de 2011

Luis de Morales, "El Divino", Virgen de la Leche o Virgen con Niño, 1570


El tema que trata este óleo sobre tabla es muy antiguo dentro de la tradición cristiana, y ya lo hemos visto en la pintura renacentista italiana, por ejemplo, pero a diferencia de obras anteriores, en ésta no se ve el pecho de la Virgen, sino que el cuadro se centra en la relación visual y emotiva entre la madre y el hijo, creando una de las imágenes más intimistas de la pintura española, así como la exaltación del amor materno.

El propósito de la obra es claramente religioso, pues no podemos olvidar que estamos en la época de la Contrarreforma, en la que la Europa católica trata de reforzar la figura de la Virgen, desacralizada por el protestantismo.

El estilo es manierista. El fondo es plano y oscuro, sin ninguna referencia espacial o temporal. Sobre el mismo resaltan los volúmenes y los colores contrastados, predominando los tonos fríos y metálicos, de influencia flamenca. Destacan las carnaciones: el rostro y manos de la Virgen y en el desnudo del Niño.

Los personajes permanecen ajenos al espectador, centrados en su propia comunicación. La madre sostiene a la criatura entre sus brazos y lo mira con dulzura; el niño responde a su mirada y busca con su mano derecha el pecho de la madre, mientras que la mano izquierda le levanta el velo, extremadamente fino y casi imperceptible.

La Virgen está representada con una belleza perfecta y delicada, como las madonnas de Rafael Sanzio, de suaves curvas y mirada baja.

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