martes, 2 de noviembre de 2010

Otras obras de Fidias




Atenea Parthenos


Además de la famosa estatua criselefantina de Zeus en Olimpia, considerada una de las 7 maravillas del mundo antiguo, otras obras importantes de Fidias son las tres célebres estatuas de Atenea -Prómachos, Lemnia, Partenos-, que representan otras tantas etapas en la obra de este escultor.
Las tres se situaban en la Acrópolis ateniense y rivalizaban entre sí en esplendor. Por desgracia, ningún original ha quedado y sólo podemos apreciar sus encantos por las copias existentes. Quizá la más bella de éstas sea la que hacia el año 450 fue consagrada en la Acrópolis ateniense, una estatua de Atenea de bronce, de 2 m de altura, que había sido encargada a Fidias por los colonos que partían para la isla de Lemnos. Era la Atenea Lemnia, "la belleza". A diferencia de la Prómachos, la Lemnia representa a Atenea en actitud pacífica, vestida con peplo abierto por un costado y ceñido por encima del apoptygma, con la égida terciada sobre el pecho y la cabeza descubierta e inclinada, fija la mirada en el casco que sostiene en la mano derecha. La reconstrucción del original fue un acierto sonado de Furtwängler, que asoció la mejor copia del cuerpo conservada en Dresde con una copia de la cabeza conservada en Bolonia.

Sin duda alguna el mayor atractivo de la obra reside en la cabeza, cuya estructura resalta admirablemente por medio de la taenia que la ciñe. La forma esférica de la cabeza y la belleza severa del rostro adquieren toda su fuerza plástica en el perfil, a la que contribuye tanto el modelado de las facciones como el tratamiento del peinado a base de mechones pequeños, independientes y finamente articulados. Las novedades introducidas por Fidias en esta obra, que afectan también al tratamiento de los paños, adquieren enorme trascendencia, porque constituyen el punto de partida respecto al nuevo estadio evolutivo alcanzado en la Partenos, de ahí que la Atenea Lemnia represente un hito en la producción fidíaca, además de ser el summum en el ideal de la belleza clásica.

1 comentario:

Anónimo dijo...
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